LECTURAS DE HOY 

¿Alguna vez has sentido que Dios te abre un camino para que hagas algo verdaderamente difícil? Esto me pasó hace unos meses. Sentí que Dios me llamaba a ir a un retiro fuera del estado. Como pertenezco a un círculo grande de conocidos católicos, se cruzan en mi camino muchas oportunidades de retiros cada año. Y todas están a distancias cortas para poder irme en carro. Entonces, ¿por qué sentía ese constante empujón para asistir a ese retiro en particular en la costa este? No tenía sentido. Significaría un boleto de avión que no podría pagar, estar lejos de mi esposo y mis hijos durante tres días completos, perder un día de trabajo sin pago, perder los partidos de básquet de mis hijos y perderme el Superbowl. Simplemente no podía hacerlo... ¿verdad?

La respuesta corta es: no. No pude yo, pero Dios sí pudo. Poco a poco, las cosas fueron tomando forma. Mi esposo me apoyó, el horario de juegos de los chicos permitía que él pudiera asistir uno a la vez, y mi equipo de fútbol perdió durante los playoffs. Pero ¿qué iba a hacer con las finanzas? Seguí posponiendo la compra de un boleto de avión hasta que faltaban sólo dos semanas para el retiro. Era ahora o nunca, confiar o dudar. Sentí que Dios me aseguraba que Él se iba a encargar de ello y con un clic, lo compré.

Un par de días después de mi regreso, mi jefe me llamó a una reunión privada y me dijo que, como había hecho buen trabajo, me iba a dar un bonus. ¿Adivina qué? La cantidad cubría casi exactamente mi boleto de avión y el día sin pago. ¡Dios siempre provee!

En la primera lectura de hoy, Dios también provee por sus hijos, permitiendo que la plaga exterminadora pasara de largo. De allí en adelante, Dios proclamó que celebraran ese día como fiesta en honor al Señor. Su mano poderosa hirió a todos los egipcios pero salvó a su pueblo elegido. Lo mismo vemos en el Evangelio: los discípulos tienen hambre y pasan por un campo de espigas donde pueden comer. Dios provee por sus necesidades. 

Como vemos en el salmo de hoy, lo único que nos falta es ser agradecidas al Señor por todas sus provisiones. “¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?...Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre”.  Ya sea un retiro al otro lado del país, escaparse de la muerte o llenar una barriga hambrienta, Dios siempre provee. Que Él nos dé la gracia de ser siempre agradecidas. 

// Tami Urcia es miembro de una familia católica muy grande. Ella y su esposo Peruano tienen cinco hijos pequeños y viven en Michigan. Durante su juventud, Tami pasó unos años como misionera en México y ha trabajado para la Iglesia casi toda su vida en diferentes capacidades. Ha sido traductora por más de 20 años. 

Back to blog