“¡Manos a la obra!, porque yo estoy con ustedes, dice el Señor de los ejércitos.” // Ageo 2:4
Me acuerdo el sudor que corría por mi cara, que pesado se sentían mis piernas y brazos, el calor del sol casi me mareaba. Yo estaba en plena limpieza profunda de cajas que se usaban en la factoría del monasterio para guardar y transportar las hojas de pan que después son cortadas en hostias y enviadas a parroquias en los EEUU. Mientras me trataba de consolar, diciéndome a mi misma que tenga ánimo, luchaba contra la ganas de dejarme vencer por el cansancio. En ese momento llegó la madre superiora a darme ánimo y consolarme–no con quitarme el trabajo sino con animarme que sí lo podía hacer y recordando que lo debo hacer con todas mis fuerzas y por amor.
Cuando escucho las palabras de nuestro Dios a su pueblo a través del profeta Ageo, recibo aliento. El Señor no me dice que me lo pondrá fácil o que me quitara el trabajo del camino, sino que tenga ánimo porque Él está conmigo. Y mientras yo trabajo, Él trabaja conmigo. Al mirar la situación del mundo–el sufrimiento de los inocentes, las guerras, el crecimiento del odio como un cáncer– quizás podemos pensar, “Es mejor no hacer nada; mejor quedarnos tranquilas y no esforzarnos a hacer algún cambio. No vale la pena”.
Pero nuestro Dios requiere de nosotras una actitud distinta, una disposición diferente. Él nos llama a seguir trabajando, “manos a la obra” para que su amor, su justicia, y su verdad prevalezcan en la tierra. Para que el mundo entero sepa que Él es el verdadero dueño de la plata y el oro, el Rey del universo, el Mesías que ha venido a restaurar el templo de nuestros corazones a una gloria mayor (véase Agea 2:8-9).
Hermana, que no nos desanimemos de hacer el bien, de trabajar para que otros puedan conocer su gran amor, de seguir poniendo sazón y amor a todo lo que hacemos para que se sepa que definitivamente, Dios está con nosotras.
// Rocío Hermes es mamá y ama de casa. Ella nació en la República Dominicana y fue criada en los Estados Unidos. Le apasiona construir comunidad, preparar postres y escribir poesía. Tiene una maestría en Teología y ha vivido como misionera en Etiopía. Después de vivir más de tres años en Alemania, reside ahora en Israel con su esposo alemán y su hijo. Colabora como autora en Blessed Conversations: Dwell. Puedes leer sus reflexiones sobre la vida de fe en graceandmercyblog.com.