LECTURAS DE HOY 

“Escúchame, hija mía, y presta oído,

olvida tu nación y tu familia:

prendado está el rey de tu hermosura,

ante él, que es tu Señor, la frente inclina. ” // Salmo 45:10-11

No pude soltar ese libro. Estuve un verano en un convento pequeño al sur de la República Dominicana, haciendo trabajo misionero, y cada vez que tenía un momento de descanso, sacaba el libro Fátima Para Hoy del Padre Andrew Apostoli, CFR. Me enamoré del mensaje de Nuestra Señora de Fátima. Me impactó el increíble amor por las almas que tenían los pastorcitos, que estaban dispuestos a sacrificar tanto, y la rapidez con la que respondieron a Nuestra Señora.

Otra cosa que me impactó fue cómo los niños, al igual que cualquier otro vidente que haya visto a la Santísima Virgen, describieron lo maravillados que estaban por la belleza de Nuestra Señora. Sé que en mi vida me ha impactado la belleza de mujeres de mucha fe. Es una belleza que parece fluir de su propio ser; es como si su amor por Dios fuera un espejo que refleja la belleza de la Esposa de Cristo, la Iglesia. ¡Cuánto más la Virgen María!

Ser mujer es un don asombroso. En nuestro ser, como hijas de la Iglesia, somos un recordatorio viviente de que todos somos la Esposa de Cristo. Sé que cuando voy corriendo en chándal haciendo la compra o calificando trabajos con frenesí, no pienso en esto, pero sigue siendo cierto. Esta hermosa fiesta es un gran día para detenernos y recordar que en nuestra belleza femenina podemos ser un símbolo de la mejor historia de amor del mundo: nuestro Esposo vino al mundo por amor a nosotras, nos mostró con cada palabra y acción lo que significa amar, sufrió al máximo, murió y resucitó porque quiere que estemos para siempre con Él. Aún hoy, nos tiende la mano para decirnos: “Escúchame, hija mía, y presta oído... para mí eres hermosa, eres amada, eres mía”.

Señor, te agradezco el don de mi feminidad. Perdóname por todas las veces que no lo he apreciado o cuando las cargas de este don me han llevado a rechazar Tu invitación a amar. Por intercesión de Nuestra Señora de Fátima, concédeme la gracia de reflejar con alegría la belleza de la Iglesia en mi vida y ser testigo ante el mundo de Tu amor abrumador. Amén.

// Christy Vaissade creció en Brooklyn, Nueva York, hija de padres inmigrantes de la República Dominicana. Ha sido el deseo personal de Christy traer a otros a conocer la misericordia y el amor de Dios que ha cambiado y está cambiando su vida desde la joven edad de trece años. Christy es maestra de teología de secundaria, catequista, y cantora en su parroquia local. Ella y su esposo, Michael, viven en Nueva Jersey con su cachorro Pembroke Welsh Corgi, Daisy. Le encanta cocinar, ir al gimnasio, y pasar tiempo con sus sobrinos y ahijados.

 

Back to blog