Ustedes son la sal de la tierra… Ustedes son la luz del mundo… Brille así su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en el cielo. // Mateo 5:13–16
Al reflexionar sobre cómo Dios ha usado mis esfuerzos imperfectos para llevar esperanza a otros, recuerdo que no se trata de impresionar, sino de estar disponible para brillar por Él. El mes pasado, me llamaron para liderar un encuentro de mujeres, y el primer pensamiento que vino a mi mente no fue emoción, sino sentirme indigna. Dios sabía que yo estaba lista, pero yo dudé. Dudé que Él pudiera usarme como su instrumento para reflejar su luz, su amor y su sacrificio con otras mujeres. Rápidamente me recordó lo equivocada que estaba.
Me mostró que no se trataba de mí, sino de Él y de lo que ha hecho en mi vida. Todo lo que quería era que compartiera su bondad, su amor inagotable, su misericordia y cómo me ha salvado y transformado una y otra vez. Y lo más importante: que cada mujer que asistió ese fin de semana era digna de todo esto. Si Él lo hizo por mí, también puede hacerlo por ellas.
Hermanas, cada una de nosotras está llamada no a mezclarse, sino a destacar. Como la sal que resalta el sabor de la comida y la luz que disipa la oscuridad. En tu hogar, en tu trabajo, en tu parroquia o en tu comunidad, Dios te ha colocado intencionalmente. Tus dones únicos, tu compasión, tu perseverancia… todo está destinado a reflejar la presencia de Dios.
La sal conserva y realza. De la misma manera, tu presencia puede traer paz, ánimo y verdad a lugares donde tal vez hay amargura o desesperanza. La luz ilumina. Tu fe, vivida en palabras y acciones, le recuerda a los demás que Dios está cerca y activo.
Jesús no nos pide que fabriquemos luz. Nos pide que brillemos y dejemos que su amor dentro de nosotros se irradia hacia afuera. Esto implica soltar el miedo, la comparación o la vergüenza que nos tienta a esconder nuestra luz... esos pensamientos vienen del enemigo. Tus oraciones silenciosas, tus sacrificios pacientes y tus actos de servicio no pasan desapercibidos. Son destellos de gracia que iluminan el camino para otros.
Nuestra luz brilla más cuando Él nos pide hacer su voluntad en medio de nuestra incomodidad. ¿Por qué? Porque es en esos momentos de entrega y vulnerabilidad cuando dejamos de confiar en nuestras propias fuerzas y empezamos a depender más de su gracia. Cuando damos pasos de fe a pesar del miedo o la incertidumbre, reflejamos el verdadero amor y la valentía de Cristo, mostrando a los demás que su poder se perfecciona en nuestra debilidad.
Confía en que, incluso tu luz más pequeña, hace una gran diferencia.
// Paulina Cambron es católica de nacimiento, esposa, hija, hermana, madrina, y consejera universitaria pero su título favorito es el de 'hija amada de Cristo'. Nacida y criada en el área de Greater Palm Springs, su relación personal con Dios floreció a los 18 años, cuando participó en su primer retiro para jóvenes. Desde entonces, ha servido en diferentes ministerios de su parroquia, siendo su favorito el trabajo con la juventud. Actualmente, dirige una comunidad de fe de mujeres llamada Devoted to Proverbs 31, y continúa sirviendo al Señor como misionera en retiros del Programa Misionero del Valle en Coachella, CA, donde hombres y mujeres encuentran un encuentro transformador con Dios. La pasión de Paulina radica en ayudar a los demás y compartir la belleza de su fe católica, así como lo que Dios ha obrado en su vida.....todo mientras disfruta de una taza de té.