“¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!" // Lucas 24:32
Ver con los ojos del corazón… eso es lo que más deseo.
Jesucristo se revela al partir el pan.
Mientras los apóstoles caminaban con Él, hicieron falta ojos que vieran a través de lo ordinario y en su divinidad para comprender que era Cristo mismo.
Los apóstoles que se encontraron con Cristo lo hicieron con un corazón en conflicto. En el camino de Emaús había muchas emociones y, sin embargo, Cristo se encuentra con ellos justo allí. Porque Él no tiene miedo de las emociones; de hecho, Él es más grande que ellas. Qué apropiado que nuestro Señor se revele a través de la Eucaristía, el regalo que nos dejó después de su muerte y una promesa que prometió cumplir.
Antes pensaba que tenía que ser de cierta manera cuando iba a misa. Quería presentarme perfecta ante el Señor. Esta mentira en mi corazón hacía que no estuviera muy presente durante la Liturgia. No fue hasta que un sacerdote amigo mío me dijo: «Él no tiene miedo de tus pecados, preguntas, o emociones, Él es más grande que ellos». Inmediatamente, me fue más fácil acercarme al Señor cuando asistía a Misa y aún más fácil verlo presente en la Eucaristía. Porque Él se da a conocer verdaderamente a los suyos, a pesar de nuestras dudas o preguntas.
Hermana, recuerda que tu corazón importa cuando vas a Misa. Él no tiene miedo ni se siente amenazado por nuestras luchas, dudas o preguntas. Él es mucho más grande, porque Él es el Amor mismo.
Al partir el pan, eleva tu corazón hacia Él para que puedas verlo a través de los ojos de tu propio corazón. Porque allí encontrarás a nuestro Señor crucificado que venció a la muerte y resucitó por ti y por mí.
En esta temporada de Pascua, aprende a ver con los ojos del corazón para que en cada momento que te encuentres con Él, susurres: «Señor mío y Dios mío».
// Ashley es estudiante, amiga, hermana y amada de Jesús. Ha sido católica toda su vida pero hizo suya su fe después de experimentar a Cristo en la Eucaristía a los 16 años. Actualmente está en la escuela terminando su licenciatura en Teología en la Universidad Franciscana. ¡Ella ha trabajado en la vida parroquial desde hace 5 años y le encanta servir a los corazones de la gente de Dios! Su misión en la vida es: Ver plenamente un alma y amarla plenamente después. Puedes encontrarla pasando tiempo con sus amigos, leyendo un buen libro, o en la capilla contemplando el corazón eucarístico del Señor.