Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con él. // Colosenses 3:4
Hace muchos años ya, formé parte de un ministerio en Nueva York que se dedicaba a compartir el mensaje del Evangelio con los jóvenes. Uno de los sacerdotes que lideraba el ministerio a veces empezaba sus charlas con esta frase, “Si Jesucristo verdaderamente resucitó de entre los muertos, eso lo cambia todo”. Siempre me impactó escuchar esta frase, corta pero poderosa.
Me di cuenta, más y más, de que si de verdad creía que Cristo mi Señor había resucitado, debía cambiar mi vida y corazón radicalmente. Y eso es lo que me pasó. No fue todo en un instante, sino un proceso lento en el cual todavía estoy hoy. Pero estoy segura de que yo, quien luchaba tanto con pecados de soberbia, lujuria, y demás, ya no soy la misma Rocío de antes. El Señor, en su misericordia y por el poder de su resurrección, me fue cambiando y me sigue transformando. Él no me quería dejar en mi pecado ni en la muerte, aunque nunca dejó de amarme aún cuando estaba encadenada. Él me quiere diferente, apartada, libre, con los ojos puestos en los “bienes del cielo” (Colosenses 3:2), no en las cosas pasajeras del mundo.
Cristo quiere ser mi vida, mi amor, mi esperanza, mi todo. Él sigue compartiendo conmigo lo mejor que me podría dar: la salvación por su muerte y resurrección, un ejemplo duradero de cómo se debe vivir esta vida, que es única e irrepetible, para conocerle y amarle más. Él quiere darme su propia vida, a través de su Palabra, los sacramentos, y el momento presente, para vivir una vida que irradia su presencia, su gloria, y su resurrección.
En la liturgia de hoy, escuchamos no sólo las bellas escrituras de este día glorioso, sino también la secuencia de Pascua. Tomemos un momento durante estos días de Pascua para leerla de nuevo. Hoy les quiero traer a su atención especialmente esta proclamación puesto en los labios de Maria Magdalena, “¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!” Si de verdad hemos creído que Jesús es el Hijo de Dios, y que vivió, murió, y resucitó por nosotras para darnos nueva vida y ser nuestra vida, vivamos convencidas hermanas — cambiadas y renovadas – como Maria Magdalena.
¡Feliz Pascua de Resurrección! Él está vivo, ¡Aleluya!
// Rocío Hermes es una mamá y ama de casa. Ella nació en la República Dominicana y fue criada en los Estados Unidos. Le apasiona construir comunidad, preparar postres y escribir poesía. Tiene una maestría en Teología y ha vivido como misionera en Etiopía. Después de vivir más de tres años en Alemania, reside ahora en Israel con su esposo alemán y su hijo. Colabora como autora en Blessed Conversations: Dwell. Puedes leer sus reflexiones sobre la vida de fe en graceandmercyblog.com.