LECTURAS DE HOY 

“En el peligro grité al Señor y me atendió. Desde el vientre del abismo te pedí auxilio

y me escuchaste”. // Jonás 2:3

Estaba a tope con exámenes en la uni y me sentía totalmente abrumada. Mientras estudiaba ansiosamente, mi compañera de cuarto se arreglaba para ir a misa. Cuando me preguntó en qué momento me iba a vestir porque si no íbamos a llegar tarde, le confesé que no me sentía capaz de ir, que tenía demasiado que hacer. 

Me miró, preocupada, y me dijo en un tono muy tierno que no ir a misa en domingo era algo muy grave y me animó de nuevo a acompañarla. Sin embargo, me parecía a mí que se estaba exagerando un poco. “Siempre voy a misa los domingos”, pensé, “¿de verdad importa tanto que no vaya sólo esta vez?” Así que me quedé en casa para estar a lo mío. Y al cabo de la hora, ni siquiera había logrado estudiar casi nada y además sentía el vacío y la tristeza de estar fuera de la voluntad de Dios. 

Pienso en Jonás en la primera lectura de hoy. Cuando Dios le pide, “Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predica en ella", Jonás, en su rebeldía, decide huir lejos del Señor. De ahí la tormenta, los marineros llenos de miedo hasta lanzarlo al mar, donde es tragado por una ballena y luego después vomitado a tierra firme al cabo de tres días. Creo que todas conocemos la historia. 

A pesar de que pueda parecer un cuento lejano o incluso infantil, lo que Dios nos quiere comunicar aquí es muy profundo. Él nos ama tanto que nos da libertad para elegir y nunca nos fuerza a hacer su voluntad si no queremos. Unidas a Él, nos da vida con su amor y espíritu. Pero cuando elegimos separarnos de Él, es decir, cuando elegimos el pecado sobre el amor, nos encontramos en la oscuridad y en el sueño de la muerte. Al igual que Jonás, al rechazar el plan de Dios para predicar la salvación a la gente de Nínive, se encuentra en una situación de oscuridad y ausencia de Dios en el vientre de la ballena. 

Dios nos ve en nuestro sufrimiento, hermana. Desea profundamente salvarnos de la muerte del pecado y resucitarnos a una vida nueva. Él nos ama y nos ha dado todo lo que tenemos, hasta nuestra propia vida. Y lo poco que nos pide Él lo hace porque lo quiere transformar en abundancia. 

Mi amado Jesús, permíteme siempre estar unida a Ti, siempre en Tu voluntad. Te pido perdón por las veces que he elegido el egoísmo sobre el amor que da la vida por el otro. Dame la gracia de salir de mí por amor a Ti y a mis hermanos, que sólo ahí encuentro la verdadera vida, alegría y paz. Amén.

// Ashleigh Ladner es hermana, amiga, madrina, tía, traductora y profesora, y sobre todo, hija amada de Dios. Originalmente de New Orleans, Louisiana, actualmente está viviendo en Madrid, España. Le encanta viajar y conocer lugares nuevos, leer, un buen expreso, y los girasoles. Sus modelos a seguir en la vida son santa María Magdalena, san Ignacio de Loyola, san Juan, y santa Teresa de Jesús.

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