“¿Qué es lo que pasa? Un gran silencio se cierne hoy sobre la tierra; un gran silencio y una gran soledad… porque el Rey está durmiendo; la tierra está temerosa y no se atreve a moverse, porque el Dios hecho hombre se ha dormido y ha despertado a los que dormían desde hace siglos.”
Así empieza la segunda lectura del Oficio de Lecturas, una de las “horas” de la Liturgia de las Horas de la Iglesia, de una antigua Homilía sobre el santo y grandioso Sábado Santo.
Cada año, cada Sábado Santo, me estremezco ante estas palabras que engloban perfectamente cómo me siento hoy: con un gran vacío en el corazón. Me tocan hasta el más profundo de mi ser. Me asombro ante el amor sin límites de Jesucristo para mí, que se ha dejado crucificar y quien se ha bajado hasta los abismos más oscuros… por puro amor a mí y a ti, hermana, para rescatarnos de las profundidades del pecado.
Hoy hay un gran silencio… pero también una gran esperanza.
Continúa la lectura: “Despierta, tú que duermes; porque yo no te he creado para que estuvieras preso en la región de los muertos. Levántate de entre los muertos; yo soy la vida de los que han muerto. Levántate, obra de mis manos; levántate, mi efigie, tú que has sido creado a imagen mía. Levántate, salgamos de aquí; porque tú en mí y yo en ti somos una sola cosa.”
Levantémonos, hermanas, ¡salgamos de la oscuridad del pecado! Dejemos iluminarnos por Cristo, dejémonos ser rescatadas por Él! ¡Dejémonos amar profundamente por nuestro Salvador resucitado, quien sale como un guerrero victorioso! “La muerte ha sido devorada en la victoria”! (1 Corintios 15:54)
No hemos sido creadas para la muerte, hermana, sino para la vida. A vivir en plenitud y alegría, en plena comunión con Él. Que nada nos desanime en esta vida – tenemos un Salvador quien nos ha amado tanto que ha dado su propia vida por nosotras para rescatarnos de la muerte. Si bien hemos sufrido el Viernes Santo, ya viene el Domingo de Resurrección.
Hermana, te invito a asistir a la Vigilia Pascual en tu iglesia si nunca has ido. Es una verdadera gozada. Levántate, y deja que la luz de Cristo te ilumine. Y, sobre todo, ¡alégrate! Dios te quiere feliz. Una nueva creación con Él, para siempre.
Jesús, Tú en mí y yo en Ti. Amén.
// Ashleigh Ladner es hermana, amiga, madrina, tía, traductora y profesora, y sobre todo, hija amada de Dios. Originalmente de New Orleans, Louisiana, actualmente está viviendo en Madrid, España. Le encanta viajar y conocer lugares nuevos, leer, un buen expreso, y los girasoles. Sus modelos a seguir en la vida son santa María Magdalena, san Ignacio de Loyola, san Juan, y santa Teresa de Jesús.