“Pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos''. // Mateo 18:20
No soy alguien que naturalmente busque o se involucre en conflictos. Tiendo a ser más pasiva, eligiendo quedarme en silencio antes que compartir mis opiniones o pensamientos para evitar herir a otros o sentirme herida. Pero recientemente me encontré en una situación incómoda con una de mis amigas más cercanas en la que sentí que debía hablar.
No fue fácil y, por un tiempo, creó cierta incomodidad entre nosotras. Sin embargo, supe que era importante compartir mi perspectiva porque mi frustración crecía. Más aún, reconocí que nuestra misión compartida - evangelizar y dar testimonio a otros - estaba siendo amenazada por una distracción que no venía de Dios. Me di cuenta de que quedarme callada no protegía la paz, sino que permitía que la división creciera.
¿Qué aprendí de esto? Pues que el amor a veces significa entrar en la incomodidad. Como alguien que evita el conflicto, fue difícil hablar, pero el silencio se estaba convirtiendo en resentimiento. Decir algo no fue fácil y sí generó tensión al principio, pero fue necesario.
No todo terminará siempre en buenos términos, pero algo permanece cierto incluso en ese acto sagrado de reunirnos, aun en el dolor o en el desacuerdo, Jesús promete algo asombroso: “Yo estoy en medio de ustedes” (Mateo 18:20).
Como mujeres de fe, a menudo nos encontramos siendo pacificadoras, calmando tensiones, ofreciendo palabras amables y luchando para la armonía. Sin embargo, en el Evangelio de hoy, Jesús nos invita a un tipo de paz más profunda y valiente, una paz que no se basa en evitar el conflicto, sino en la verdad hablada con amor.
Jesús nos presenta un proceso para restaurar relaciones rotas: comenzar en privado, extender la gracia y buscar la reconciliación. Esto no es sólo un consejo práctico, sino un camino de madurez espiritual. Se trata de honrar la dignidad del otro, incluso en sus fallos, mientras nos negamos a dejar que la amargura eche raíces en nuestro corazón.
Esto es especialmente poderoso en las amistades entre mujeres, donde los malentendidos pueden herir profundamente. Jesús nos llama a ser lo suficientemente valientes para hablar, no para chismear, sino para sanar; y lo suficientemente valientes para perdonar, no de manera pasiva, sino activa. Lo suficientemente valientes para reunirnos con otros en oración y responsabilidad.
Hermana, te invito a pensar en tus relaciones con tu familia, amigos, compañeros de trabajo, etc. ¿Hay alguna de ellas que necesite la confrontación con amor valiente y la sanación poderosa de Jesús? Te invito a ser valiente, dejando que la paz y amor de Jesucristo entre justo allí.
// Paulina Cambron es católica de nacimiento, esposa, hija, hermana, madrina, y consejera universitaria pero su título favorito es el de 'hija amada de Cristo'. Nacida y criada en el área de Greater Palm Springs, su relación personal con Dios floreció a los 18 años, cuando participó en su primer retiro para jóvenes. Desde entonces, ha servido en diferentes ministerios de su parroquia, siendo su favorito el trabajo con la juventud. Actualmente, dirige una comunidad de fe de mujeres llamada Devoted to Proverbs 31, y continúa sirviendo al Señor como misionera en retiros del Programa Misionero del Valle en Coachella, CA, donde hombres y mujeres encuentran un encuentro transformador con Dios. La pasión de Paulina radica en ayudar a los demás y compartir la belleza de su fe católica, así como lo que Dios ha obrado en su vida.....todo mientras disfruta de una taza de té.