LECTURAS DE HOY 

“El Señor es compasivo y misericordioso,

lento para enojarse y generoso para perdonar.” // Salmo 102 

¿Cuándo fue la última vez que pisaste tierra, hermana?  No saliendo de casa para correr al trabajo. No bajándote del carro. Ni siquiera haciendo ejercicio o yendo a correr. Sino ¿cuándo fue la última vez que sentiste la tierra bajo tus pies descalzos, conectándote con la creación de Dios? 

Me parece raro, yo siendo de esta época en la que vivimos, que Dios le hubiera dicho a Moisés que se quitara los zapatos para pisar tierra sagrada. Hoy en día la costumbre es que estar sin zapatos es una falta de respeto, especialmente en un lugar de Dios. 

¿Cuántas veces hemos pensado que a lo mejor Dios no quiere ayudarnos? Que no quiere cumplir con lo que le hemos pedido. Yo, mil veces lo he pensado. Hay una cosa por la que he estado orando por años. Le he pedido mucho a Dios que me ayude con ese problema. Y, simplemente, nada ha cambiado. Eso no significa que Dios no sea fiel. A veces he pensado que de pronto hay algo que debería estar haciendo yo para cambiarlo. Pero el Evangelio de hoy me tocó mucho. 

En la parábola que cuenta Jesús a Sus discípulos, hay dos personajes: el hombre con la tierra y el viñador. O, se podría decir, un hombre sin fe, y uno que sí tenía fe. El viñador, aun llevando dos años cuidando el árbol de higos sin ningún fruto, sigue con fe de que con un año más y con más trabajo en fertilizar la tierra a su alrededor, el árbol daría frutos. 

Me encuentro tantas veces como el primer hombre. Pero no es sólo la fe del viñador que me tocó. Es lo que dijo de lo que necesitaba el árbol—tiempo y nutrición. Si queremos ver frutos en nuestras vidas, tal vez no es siempre ¿qué estoy haciendo mal? O ¿qué me falta cambiar en mí? Tal vez hay que tomar tiempo para fertilizar la tierra a nuestro alrededor, como el viñador con el árbol.

Cómo pasamos el tiempo, con quién pasamos el tiempo, qué estamos mirando, qué estamos escuchando…todas estas cosas hacen parte de nuestra “tierra”. Necesitamos tierra firme y sana para poder crecer y dar frutos.  

Hermanas, que nos fijemos en la tierra donde Dios nos ha plantado. Que la fertilicemos con buena gente — con personas santas. Que escojamos bien qué hacer con nuestro tiempo. Llenemos nuestras vidas con cosas buenas, pero dejemos también que El Viñador nos nutra y nos cambie. 

Así que hermana, para, quítate los zapatos, y siente la tierra bajo tus pies — la tierra que Dios te ha renovado. 

 // Jacqueline Sevier es de Tyrone, GA. Está esperando, con mucha emoción, su boda en mayo.. Aunque creció en escuelas Católicas , no fue hasta finales de su tiempo en universidad que tuvo una conversión de corazón, y empezó a redirigir su vida hacia Dios. Es cantante y canta en el coro de su parroquia, donde conoció a su futuro esposo. Ha aprendido mucho de la comunidad hispana de su parroquia, que apenas empezó a conocer cuando conoció a su novio. En su tiempo libre, le gusta sentarse en un café tomándose un cafecito, cocinar con su novio, comer tacos, y cantar (siempre).

 

Back to blog