LECTURAS DE HOY 

“Será como un árbol plantado junto al agua,

que hunde en la corriente sus raíces;

cuando llegue el calor, no lo sentirá

y sus hojas se conservarán siempre verdes;

en año de sequía no se marchitará

ni dejará de dar frutos.” Jeremías 17:8

Yo viví una vez en el desierto en el sur de Etiopía. Me acuerdo de que durante los primeros días pensaba: “¿Cómo puede la gente vivir en este desierto tan árido con un sol tan caliente?” Pero poco a poco, fui descubriendo el encanto y los truquitos.

El encanto más grande para mí era el ocaso del sol. Nunca había visto los colores ni la grandeza del sol como cuando lo vi en ese lugar al atardecer. Los dos trucos más importantes que aprendí para sobrevivir en los días de mucho calor era vestir con mangas largas pero finas – como de lino o algodón – y beber siempre mucha agua. 

En la vida espiritual, hay muchas cosas que se pueden aplicar de la vida en el desierto. Al principio, cuando entramos en momentos difíciles en nuestra vida o de aridez espiritual, pensamos también: “¿Cómo voy a sobrevivir?” Pero, al tomar tiempo con el Señor, en el silencio y en lo más profundo de nuestro ser, ahí encontramos esa agua refrescante y viva que nos hace tener hojas “siempre verdes” (Jeremías 17:8). 

En medio de la oscuridad, podemos mantener nuestros ojos fijos en la luz eterna — Dios mismo — que alumbra nuestras vidas con matices que hacen ver pálidos los colores del mundo. Como nos dice el profeta Jeremias en la lectura de hoy, el secreto de sobrevivir los tiempos de desierto en nuestras vidas es seguir confiando en el Señor (Jeremías 17:7). 

Hermana, no nos dejemos vencer por las mentiras del enemigo en el desierto. El Señor nos tiene siempre pendientes.  Debemos aprender en esta Cuaresma el arte de tenerlo siempre pendiente a Él, y acudir a Él en cada momento. En el desierto que son estos cuarenta días, hay que buscar el encanto y el truco —hay uno solo— Jesucristo.

 // Rocío Hermes es una niñera a tiempo parcial, nacida en la República Dominicana y criada en los Estados Unidos, a quien le entusiasma construir comunidad, escribir poesía y compartir el mensaje de la Teología del Cuerpo. Tiene un máster en Teología y vive en Berlín con su marido, donde juntos forman el mejor equipo de pasteleros de la ciudad. Es autora colaboradora de Blessed Conversations: Dwell.

 

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