LECTURAS DE HOY

En el idioma español, los verbos “saber” y “conocer" tienen un significado distinto. Saber de alguien no es lo mismo que conocer a alguien. En el segundo caso, hay una relación personal, un lazo íntimo, un verdadero conocimiento mutuo.

No me puedo ni imaginar la extraña mezcla de sentimientos que tuvieron los discípulos en aquellos días después de la muerte de Jesús. Sabían, a través de algunos de su grupo, que había resucitado, pero no todos lo habían experimentado personalmente. Por eso, cuando nuestro Señor se presentó resucitado entre ellos, puedo imaginar que no podían casi creerlo. Supongo que sentirían que era demasiado bueno para ser cierto:

“Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: "¿Tienen aquí algo de comer?" Le ofrecieron un trozo de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer delante de ellos.” // Lucas 24:41-43

Aceptar el amor incondicional y absoluto de Dios es, a veces, algo difícil para mí, pues como seres limitados, nuestro amor tiene mucho de condicional. Por ello, aunque esta es la mejor noticia del mundo, a veces me quedo como los discípulos: No puedo acabar de creer de pura alegría y sigo atónita.  Dios, que me conoce profundamente, se hace “pequeño” para mí, se humaniza, se me presenta a través de cosas y personas conocidas y cotidianas, para ser más fácilmente asimilado y conocido por mí. 

En aquel momento, Jesús se puso a comer frente a sus discípulos para que lo reconocieran en la cotidianeidad de lo que solían hacer juntos. Así igual, con el mismo amor, Jesús se cuela en nuestro diario vivir. En una buena noticia, en una palabra amable de un conocido, en la diversión de una reunión de amigos, en el placer de alguna actividad o de una comida compartida, en la resolución de un problema, en una canción, en una película… nos sale al encuentro en tantas pequeñas cosas de nuestra vida diaria porque quiere que vivamos en comunión con Él. 

Hermanas, Jesús quiere con nosotras una relación personal y estrecha. No quiere que solamente sepamos de Él, sino que lo conozcamos a Él.  Estemos atentas, en cualquier momento nuestro Señor nos saldrá amorosamente al encuentro en las cosas cotidianas de nuestras vidas.

// Teresa Salmerón nació en la Ciudad de México, donde creció en una familia católica practicante y donde formó la suya propia. Ha tenido la oportunidad de vivir en varios países como Chile, Venezuela, México y Estados Unidos. Actualmente reside en Ohio, donde ha vivido desde hace 14 años y donde trabaja como traductora y maestra de español y ESL. Teresa tiene 3 hijos adultos a los que ama profundamente. Ha sido catequista y actualmente facilita un estudio bíblico de un grupo de mujeres de su parroquia. A Teresa le gusta mucho bailar, leer, cocinar y convivir con su familia y amigos; y se siente profundamente agradecida por el infinito amor de Dios.

Back to blog