LECTURAS DE HOY 

Vayan y enseñen a todas las naciones, dice el Señor, y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. // Mateo 28:19-20

Uf… otra pregunta a la que no sabía la respuesta. Eran las cuatro de la mañana y mi compañera de cuarto en la uni y yo estábamos hablando fervorosamente sobre cosas de la fe católica, de Jesucristo, de los grandes teólogos de la Iglesia como santo Tomás de Aquino y Tomás Merton… 

Desde que me había acompañado a una misa hace unas semanas, despertó en ella una sed de acercarse a Jesús y conocer la fe católica. Venía a mí con sus preguntas y dudas, a las que a veces podía responder y las que no, buscamos respuestas. Fue un tiempo muy bonito y fructífero de crecer y profundizar en la fe juntas, de ver cómo alguien puede ser atraída hacia Dios por la razón y la belleza… que luego dieron lugar a la fe. Esa Pascua fue acogida en la Iglesia, fuente de una inmensa alegría. 

Recuerdo que al principio me volvía un poco tímida y me daba un poco de vergüenza cuando me preguntaba sobre mi fe porque sentía que no era suficiente. Pero lo bonito es que no seamos nosotras, ni nuestros esfuerzos ni argumentos en defensa de la fe, por muy inteligentes que sean… es el Espíritu Santo. Si estamos en plena comunión con Él, nos da las palabras más inteligentes y las obras más amorosas.

Es verdad que el mundo en el que vivimos no nos lo pone fácil. Compartir a Jesucristo nos puede dar una alegría inmensa, pero también viene con dudas, persecución y sufrimiento. El “Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día” (Lucas 24:46). Cuando nos dé vergüenza o nos pongamos tímidas al profesar nuestra fe, sobre todo en un entorno de falta de comprensión y oposición, pidamos la valentía, fortaleza, y sabiduría del Espíritu Santo. 

Entonces hermanas, ¿qué hacemos paradas, mirando al cielo? (Hechos 1:11) ¡Jesucristo ha ascendido al cielo y nos ha concedido lo que nos prometió: el don del Espíritu Santo! Sin Él, no podemos hacer nada. Vayamos a anunciar a Jesucristo al mundo entero, a compartir “la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados” (Lucas 24:47). 

Sin miedo, porque Él está con nosotras siempre y su gracia es suficiente.


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Ashleigh Ladner es hermana, amiga, madrina, tía, traductora y profesora, y sobre todo, hija amada de Dios. Originalmente de New Orleans, Louisiana, actualmente está viviendo en Madrid, España. Le encanta viajar y conocer lugares nuevos, leer, un buen expreso, y los girasoles. Sus modelos a seguir en la vida son santa María Magdalena, san Ignacio de Loyola, san Juan, y santa Teresa de Jesús.

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