“Entre ellos, se cuentan también ustedes, llamados a pertenecer a Cristo Jesús” // Romanos 1:6
Cuando era joven, me costaba mucho sentirme parte de un grupo definido en la escuela. No era lo suficientemente “cool” para estar con las chicas “cool”, ni deportiva para estar con las del equipo de softball, y aunque me iba bien en mis estudios, no me sentía del todo aceptada en el mundo de los estudiantes con notas excelentes. En realidad, me podía relacionar bien en varios ambientes, pero a veces percibía ese sentimiento de no pertenecer por completo a ninguno de esos grupos.
El pertenecer es algo importante para nosotras seres humanos—el alma anhela sentirse en comunidad y aceptada. Como cristianas, experimentamos este pertenecer en nuestro Dios. Como dice San Pablo en la primera lectura de hoy, estamos “llamados a pertenecer a Cristo Jesús” (Romanos 1:6). Y lo hermoso es que, aunque nosotras no nos sintamos bienvenidas o aceptadas por los otros miembros de la iglesia en todo momento, la realidad y la esencia de nuestro pertenecer no cambia. Aún seguimos siendo obsequias preciosas y amadas de Dios. Nosotras, “a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de su pueblo santo” (Romanos 1:7) pertenecemos por completo a la familia de Jesús, a su Iglesia.
Un autor espiritual favorito mío, el Padre Henri Nouwen, tiene un libro llamado Tu eres mi Amado. Ahí, él escribe sobre esta verdad de ser escogidas por Dios y que en Él encontramos sentido y pertenencia. Hermana, te dejo con esta sabiduría que encaja con la primera lectura de hoy: “Cada vez que te sientas herido, ofendido o rechazado, atrévete a decirte: ‘Estos sentimientos, por fuertes que sean, no me dicen la verdad sobre mí mismo. La verdad, aunque no pueda sentirla ahora mismo, es que soy el hijo elegido de Dios, precioso a sus ojos, llamado el Amado desde la eternidad y protegido en esta creencia eterna.’”
Señor, hazme creer en lo más profundo de mi ser que soy tuya. Amén.
// Rocío Hermes es mamá y ama de casa. Ella nació en la República Dominicana y fue criada en los Estados Unidos. Le apasiona construir comunidad, preparar postres y escribir poesía. Tiene una maestría en Teología y ha vivido como misionera en Etiopía. Después de vivir más de tres años en Alemania, reside ahora en Israel con su esposo alemán y su hijo. Colabora como autora en Blessed Conversations: Dwell. Puedes leer sus reflexiones sobre la vida de fe en graceandmercyblog.com.