En Juan 13:1–15, somos testigos de Jesús lavando los pies de sus discípulos — un momento de profunda humildad, amor y servicio. Él, el Hijo de Dios, se arrodilla ante sus seguidores y realiza una tarea reservada para el siervo más humilde. Sin embargo, en este acto simple y hermoso se nos enseña el corazón del discipulado: amar y servir a los demás con humildad.
Como discipulos estamos llamados a veces a servirr de manera silenciosa y desapercibida en nuestras familias, parroquias, comunidades y amistades. Cuidamos a los demás, ofreciendo consuelo, ánimo y guía, a veces sin reconocimiento. Pero Jesús nos recuerda que esos actos humildes son sagrados y poderosos. Él nos dice:
“Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan.” - Juan 13:15
Este pasaje nos invita a reflexionar: ¿Cómo puedo imitar a Jesús en mi vida diaria? ¿Estoy dispuesta a “lavar los pies” de quienes me rodean — no sólo con actos de bondad, sino eligiendo la paciencia en lugar de la frustración, escuchando en lugar de hablar, y mostrando compasión en lugar de juicio?
Esto significa vivir con un corazón de servidora, pero también con profunda dignidad. Jesús no pierde su autoridad al humillarse — la engrandece. De la misma manera, nuestra fuerza no se debilita cuando servimos; se revela.
Me conmueve profundamente esta escena de la última cena. Puedo decir que lo que más amo es la postura del Señor: Él se adelanta y se humilla ante los doce discípulos que eligió — vio algo especial en ellos, sin dudar ni juzgar, aun sabiendo lo que estaba por venir.
Él también ve algo especial en ti.
La única expectativa que tiene de ti y de mí es que continuemos viviendo este hermoso acto de servicio con los demás. ¿Te imaginas el cambio tan grande que podría haber en el mundo si todos viviéramos de esa manera?
Hermana, recordemos que ningún acto de amor es demasiado pequeño, y que cada acto hecho con amor trae la presencia de Cristo al mundo.
// Paulina Cambron es católica de nacimiento, esposa, hija, hermana, madrina, y consejera universitaria pero su título favorito es el de 'hija amada de Cristo'. Nacida y criada en el área de Greater Palm Springs, su relación personal con Dios floreció a los 18 años, cuando participó en su primer retiro para jóvenes. Desde entonces, ha servido en diferentes ministerios de su parroquia, siendo su favorito el trabajo con la juventud. Actualmente, dirige una comunidad de fe de mujeres llamada Devoted to Proverbs 31, y continúa sirviendo al Señor como misionera en retiros del Programa Misionero del Valle en Coachella, CA, donde hombres y mujeres encuentran un encuentro transformador con Dios. La pasión de Paulina radica en ayudar a los demás y compartir la belleza de su fe católica, así como lo que Dios ha obrado en su vida.....todo mientras disfruta de una taza de té.