LECTURAS DE HOY 

Ahora damos gracias a Dios continuamente, porque al recibir ustedes la palabra que les hemos predicado, la aceptaron, no como palabra humana, sino como lo que realmente es: palabra de Dios,ii 1 Tesalonicenses 2,13

A solas en una capilla, me concentré en la tarea que el sacerdote nos había asignado para este día de retiro. Nos había dado una breve introducción a las enseñanzas de la Iglesia sobre los santos y luego nos pidió que pidiéramos ayuda a un santo por el que sentíamos aversión.

No tengo aversión a ningún santo, ¿verdad? Me gustan todos, ¿no? Reflexioné sobre esta pregunta durante unos minutos cuando nuestro Señor me recordó con dulzura cómo me erizaba la cabeza al escuchar la cuenta de Santa Mónica.

Nuestros hijos adultos no practicaban su fe y cada vez que pensaba en Santa Mónica, comparaba mis pocas oraciones por mis hijos con su ejemplo de fervor y lágrimas. ¿Cómo podría yo alcanzar sus alturas? El testimonio de Santa Mónica fue tan fiel y sus oraciones tan poderosas que,  igual que San Pablo en la primera lectura de hoy, su familia aceptó sus palabras como las de Dios. (ver1Tesalonicenses 2,13)

Pero entonces recordé las palabras del sacerdote: «Pídele que rece por ti».

Disculpándome, me acerqué a Santa Mónica en oración: Siento no haberte pedido nunca tu intercesión. ¿Rezarías por mí? Yo imaginé la sonrisa de Santa Mónica. Ella comprendió mi corazón y quiso ayudarme a confiar mis hijos a Dios.

En esta dia cuando celebramos la Santa Mónica, os animo, queridas hermanas, a pedir su intercesión por nuestra maternidad, ya sea natural, ya espiritual, o ambas.

Madre ejemplar del gran Agustín, durante 30 años perseguiste de modo perseverante a tu hijo rebelde con amor, afección, perdón, consejo y rezos que clamaban al cielo. Intercede por todas las madres en este nuestro día para que puedan aprender a conducir a sus hijos a Dios y su Santa Iglesia. Enséñalas cómo permanecer cerca de sus hijos, incluso de aquellos hijos e hijas pródigos que tristemente se han extraviado. Amén


// Lani Bogart era una niña pequeña cuando empezó a amar a Jesús. Casada en 1976, fue recibida en plena comunión con la Iglesia católica con su familia el Domingo de Gaudete de 1996. Viven en Houston, Texas donde su familia le brinda una alegría inexpresable y continúa enseñándole la importancia de conocer y amar a Jesús. Lani se deleita con las flores, la música y las risas de familiares y amigos. Puedes leer más en Lanibogart.blog.

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