LECTURAS DE HOY 

 “Quien los escucha a ustedes, me escucha a mí. Quien los rechaza a ustedes, me rechaza a mí. Y quien me rechaza a mí, rechaza al que me envió” // Lucas 10:16

Me resbalé en el barro al intentar saltar una valla, me rompí el brazo y me estaba recuperando de una cirugía. "¡Si no dejas de comer esos chocolates, te rompo el otro brazo!" A los doce años, no me alarmaban las amenazas exageradas de mi madre. Estaba acostumbra a su humor. Pero al alejarse de mi cama, las enfermeras susurraron, lanzándole miradas de desaprobación. Más tarde, una regresó para preguntarme cómo me había roto la muñeca. Respondí con la misma explicación que mi madre ya les había dado. Debido a la relación de amor que teníamos, su juicio hacia mi madre parecía un juicio personal hacia mí. Cuando la rechazaron, me rechazaron a mí.

Esta experiencia de la juventud me viene a la mente al reflexionar sobre la relación de amor entre Jesús y sus discípulos. Él dice: «Quien los escucha a ustedes, me escucha a mí. Quien los rechaza a ustedes, me rechaza a mí. Y quien me rechaza a mí, rechaza al que me envió» (Lucas 10:16). Porque los ama profundamente y se ha acercado tanto a sus discípulos, Jesús toma su rechazo como algo personal. Se identifica tan íntimamente con ellos que, cuando son rechazados, Él también se considera rechazado. Su unión con Dios Padre (quien lo envió) en relación con nosotros es una fuente adicional de fortaleza y consuelo para nosotras. Y del Padre y del Hijo, recibimos el don del Espíritu Santo.

Jesús nos da su identidad en los sacramentos. La Trinidad mora en nosotros en el bautismo. Consumimos el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesús en la Eucaristía. Recibimos la fuerza del Espíritu Santo en la confirmación y somos enviadas a dar testimonio de Cristo. Nuestra única tarea es permanecer fieles. Cuando nos escuchan, sabemos que lo han escuchado a Él, y podemos soportar cualquier rechazo porque estamos unidas a Él en la Santísima Trinidad.

Oremos: 

Oh Jesús mío, convénceme de Tu cercanía para que en cualquier circunstancia que me suceda sepa que Tú eres mi Dios y nada podrá separarme de Ti. Amén.

// Lani Bogart era una niña pequeña cuando empezó a amar a Jesús. Casada en 1976, fue recibida en plena comunión con la Iglesia católica con su familia el Domingo de Gaudete de 1996. Viven en Houston, Texas donde su familia le brinda una alegría inexpresable y continúa enseñándole la importancia de conocer y amar a Jesús. Lani se deleita con las flores, la música y las risas de familiares y amigos. Puedes leer más en Lanibogart.blog.

Back to blog