Que todos guarden silencio ante el Señor, pues él se levanta ya de su santa morada. // Zacarías 2:14
Tenía jet lag y me atrapó un aguacero torrencial. Todas mis esperanzas de tener unas vistas increíbles del hermoso valle se desvanecieron y corrí a toda velocidad a la iglesia. Mi esposo y yo estábamos de peregrinación en Tierra Santa y llegamos al monasterio de Nuestra Señora del Monte Carmelo. Nunca tuve mucha devoción a esta advocación de Nuestra Señora ni al profeta Elías, y el caos de la tormenta que nos encontramos no ayudó. Cuando entré a la iglesia, tenía frío, estaba mojada y de mal humor, pero en medio de la iglesia estaba esta cueva y la curiosidad me hizo dejar de enfurruñarme y entrar.
Sabiendo que esta era la cueva en que, según la tradición, albergó al profeta Elías mientras oraba a Dios por la muerte pero, en cambio, Dios se le acercó con una voz suave y apacible, yo no sabía qué esperar. Lo que experimenté fue una paz abrumadora. El frío y el mal humor se olvidaron. Quería quedarme allí y hablar con Dios.
¡Qué apropiado que un lugar como ese se asocie con Nuestra Señora! Experimenté quietud en ese lugar, pero ella la vivía a diario. Después de tantos años de ministerio, he visto todo tipo de reacciones cuando las personas tienen un momento de encuentro con el Señor: algunos se ríen, muchos lloran, algunos corren de alegría, pero cuando las emociones se calman, como en un matrimonio de muchos años, el corazón comienza a vivir la frase de los salmos: “Estad quietos, y sabéis que yo soy Dios”. Es una hermosa y serena confianza cuando estás en la presencia de Alguien que te ama sin dudarlo.
Hermana, no sé en qué etapa de tu relación con el Señor te encuentres, pero sepa que el Señor te está llamando a ti y a mí a este lugar de silenciosa confianza en su amor.
Si estás luchando con algún pecado en particular, Él te ama.
Si estás estresada y te sientes sola, Él te ama.
Si estás llena de alegría y todo va de maravilla, Él te ama.
Su amor es constante y podemos encontrar descanso en esa verdad, como lo hizo Nuestra Señora a lo largo de su vida.
Oremos juntas:
Padre, por intercesión de Nuestra Señora del Carmen, ayúdame a crecer en la confianza de que siempre me acoge Tu amor. Que esa seguridad me llene para que, pase lo que pase en mi vida, en el santuario de mi corazón pueda escuchar Tu voz y encontrar la paz que sobrepasa todo entendimiento. Jesús, que Tu amor sea mi refugio todos los días de mi vida. Amén.
// Christy Vaissade creció en Brooklyn, Nueva York, hija de padres inmigrantes de la República Dominicana. Ha sido el deseo personal de Christy traer a otros a conocer la misericordia y el amor de Dios que ha cambiado y está cambiando su vida desde la joven edad de trece años. Christy es maestra de teología de secundaria, catequista, y cantora en su parroquia local. Ella y su esposo, Michael, viven en Nueva Jersey con su cachorro Pembroke Welsh Corgi, Daisy. Le encanta cocinar, ir al gimnasio, y pasar tiempo con sus sobrinos y ahijados.