LECTURAS DE HOY 

“Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te amarán más que al hombre dadivoso. Hazte tanto más pequeño cuanto más grande seas y hallarás gracia ante el Señor…” // Eclesiástico 3:17-18

Estamos en Japón con mi esposo de vacaciones, y algo en mi corazón me impulsó a buscar una iglesia en Yokohama. No era fácil encontrar una comunidad católica aquí, donde la fe cristiana es tan minoritaria. Pero tras una caminata bajo el calor del verano y una subida empinada, llegamos a la Catedral del Sagrado Corazón, la iglesia católica más antigua de Japón. No conocía a nadie, todo era ajeno… pero al mismo tiempo, sentí que estaba en casa.

Entré y me maravillé. Allí estaba el sagrario, allí estaba Él. Sentí la fuerza callada de una comunidad pequeña pero profundamente fiel. ¡Qué humildad tan hermosa la de quienes viven su fe casi en silencio, sin reconocimiento ni números! Qué acto de amor tan puro, tan sincero.

Pensaba en los católicos que viven aquí de forma permanente, sobre todo los que no hablan japonés, y que aún así perseveran en buscar a Cristo. ¿Cómo construyen comunidad? ¿Cómo no se sienten solos? Tal vez sí se sienten, pero confían. Y eso basta. No se ensalzan ni se proclaman distintos, sino que viven como privilegiados por haber encontrado el amor del Corazón de Jesús.

El padre Darryl, a quien no conozco personalmente, realiza una misión preciosa como párroco de la comunidad internacional. Nadie lo anuncia, pero ahí está, siendo instrumento de comunión.

La subida difícil hasta la colina me recordó que el camino del Señor no siempre es fácil… pero siempre vale la pena. En lo alto me esperaba un encuentro íntimo con Dios. No lo merezco, y sin embargo Él me lo da todo.

Señor, bendice a quienes viven su fe en lugares donde la humildad y la profundidad son lo único que los sostiene. Enséñame a vivir así también. Gracias por encontrarme, incluso lejos de casa. Amén. 

// Arianna Santamaría es de Guayaquil, Ecuador, y vive en Madrid, España junto a su esposo. Aunque creció en una familia mariana y participó desde pequeña en misiones familiares, fue en la Universidad de Miami donde vivió un encuentro más profundo con Dios, gracias a una comunidad católica auténtica, al rosario y al ministerio de llevar la Eucaristía a personas mayores. Hoy, mientras se adapta a una nueva ciudad, a su trabajo en el sector tecnológico y a su vocación de esposa, busca maneras de compartir su fe también en el mundo digital. Le encanta caminar por el parque de El Retiro con su esposo, hacer pilates, viajar y disfrutar en familia. Sus modelos de santidad son los santos esposos José y María y Luis y Celia Martin.

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